viernes, 15 de mayo de 2020

Profecía

Si no tienes planes podríamos imaginar algo que hacer, pero que sea fuera de lo normal.

El año que viene es posiblemente muy importante en varios aspectos, hablando desde el punto de vista espiritual y la numerología y siendo 2020 algo que no se verá otra vez en nuestro tiempo.

2020 para mí es quizá el año de la visión utilizando términos de oftalmología, si 20/20 es la calificación de alguien que puede ver muy bien. Así que 2020 puede ser un año en el que trabajemos la visualización de cosas buenas; para el planeta, para la naturaleza, para el despertar de la humanidad que al parecer sigue dormida.

A nivel energético, la humanidad está generando una energía muy negativa, basta ver las noticias para encontrar patrones de comportamiento retrógrado, gobiernos que inexplicablemente insisten en fórmulas obsoletas y que en el pasado han fracasado:
El populismo
El socialismo Bolivariano
El comunismo
Las dictaduras
Y por otro lado un capitalismo voraz de apetito insaciable.
Las dos tendencias manipuladoras de las masas que se dejan controlar a base de usar las mismas técnicas ancestrales:
El miedo
La seguridad
Los deseos 
Las religiones
El terror
Y otras más sutiles que como buenos borreguitos seguimos permitiendo.

Yo en lo personal pediría por un despertar individual en el cuál cada uno de los humanos entendiera que existen otras opciones, que somos parte de un sistema y no los dueños del universo, pero para eso sería necesario comenzar en el interior de cada persona.

El análisis profundo de nuestras acciones y lo que nos motiva a actuar de ésta manera tan ilógica, ser honestos pero con nosotros mismos y dejar de estar juzgado a los que nos rodean, aceptar primero nuestras carencias espirituales, emocionales y de mentalidad, cuestionando de manera inquisitiva nuestras creencias, nuestros valores, nuestras costumbres para poder descubrir si en realidad son congruentes con nuestra propia consciencia.

Quizá si la humanidad se diera el lujo de aceptar que hay otras maneras de vivir y de pensar, aceptando la diversidad y respetando las preferencias y comportamientos de los demás, podría existir la pequeña posibilidad de evolucionar como especie y dejar de ser los depredadores más peligrosos que han existido en la historia de este maravilloso planeta al que llamamos tierra.

El verdadero cambio es el que comienza de adentro y si queremos cambiar al mundo tendríamos que empezar con cambiarnos a nosotros mismos.

Luis Bernardo Garcia Casas.



miércoles, 13 de mayo de 2020

Aprendiendo a fluir: La Quinceañera

Aprendiendo a fluir: La Quinceañera:   Por favor que alguien me despierte, ésta pesadilla no se termina y cada vez se pone peor, pero todavía tengo la esperanza de esta...

La Quinceañera

 



Por favor que alguien me despierte, ésta pesadilla no se termina y cada vez se pone peor, pero todavía tengo la esperanza de estar soñando y que todo esto es un sueño y que hoy  no es hoy.

En verdad la angustia, la incertidumbre, el miedo y la vergüenza que estoy sintiendo en este momento como Mexicano, solo la podría comparar con los sentimientos que experimenta la quinceañera en su fiesta de cumpleaños cuando su papá borracho está a punto de soltar el discurso tradicional, después de haber ingerido alcohol toda la tarde, en la cual se fue transformando, hoy el Anfitrión se siente muy ufano pues para la fiesta echó la casa por la ventana y para quedar bien con sus amigos de la pulquería, les dió lugar a todos en la mesa principal.

Para estás alturas, ya la festejada vió a su papá tropezar en repetidas ocasiones y en cada mesa a la que fue a saludar, le escuchó contar el mismo chiste y decir las mismas payasadas.
A lo largo de la tarde y al calor de las copas, el orgulloso progenitor se fue robando la atención de la fiesta, ya con la camisa desfajada, el cierre del pantalón abajo y los  pantalones manchados  de mole (o caca), difícilmente puede hilar una frase completa y se le barren las palabras.

Mis quince años tan esperados, todas las tardes de ensayo, las preparaciones para el banquete, la ilusión del vestido y todo lo que soñé que sería mi presentación en sociedad, se ha convertido en un verdadero martirio que me dejará marcada para toda la vida.

¡Tragame tierra, por favor que alguien detenga esta masacre! mi padre está a punto de hablar y no quiero pues todos los invitados se ríen de él, pero no se da cuenta y piensa que la gente se ríe de sus chistes.

Nadie lo detiene pues le tienen miedo y yo tendré que escuchar sus mentiras, cómo exagera sus logros y cómo presume sus riquezas,  yo sé que está quebrado, que todo lo debe y que siempre ha sido un estafador.

Por favor que alguien pare está masacre, porque el barco se hunde y por primera ocasión las ratas no han sido las primeras en abandonarlo, son las ratas que trajo el capitán las que hicieron los hoyos por dónde se mete el agua, nos estamos hundiendo y muy rápidamente, todos sabemos que es por culpa del capitán y los pasajeros de cuarta que viajan de gorra y jamás han paga el pasaje, fueron ellos los que le dieron el rango de capitán y le han permitido cambiar el rumbo mientras los que viajan en primera clase están disfrutando y bailando.

El barco se hunde y con el todos los que estamos adentro y si queremos salvarnos, si queremos rescatar algo de lo que algún día fue está embarcación, tenemos que evitar que el capitán siga al timón.

¡Qué pesadilla tan larga y lo peor de todo es que no es un sueño!

Por primera vez en mi vida realmente me duele ser Mexicano.


Luis Bernardo García Casas.

sábado, 9 de mayo de 2020

Aprendiendo a fluir: El Diagnóstico

Aprendiendo a fluir: El Diagnóstico: Me pegó el temible virus, no me queda mucho tiempo de vida y aunque no soy tan viejo, este virus es implacable y cruel. A diferencia de las...

El Diagnóstico

Me pegó el temible virus, no me queda mucho tiempo de vida y aunque no soy tan viejo, este virus es implacable y cruel. A diferencia de las bacterias que se adaptan al organismo que habitan e incluso algunas de ellas llegan a ser benéficas y son parte esencial para su funcionamiento adecuado, este terrible virus se va apoderando poco a poco de los órganos vitales, limitando sus funciones y mermando la capacidad para subsistir, sus principales objetivos son los tejidos que forman mis pulmones, que oxigenan la sangre que recorre mi cuerpo.

Cómo una respuesta lógica de mi organismo, los anticuerpos luchan de manera incansable para combatir este virus despiadado para el cual no tengo la cura, por tal motivo la temperatura de mi cuerpo se está elevando a niveles peligrosos, amenazando así el funcionamiento de otros órganos vitales de mi sistema; para este virus no hay vacuna que lo pueda detener y va apoderándose de todo aquello que se encuentra a su paso, sin darse cuenta de que si yo muero, él tampoco será capaz de sobrevivir pues me necesita vivo y sano para poder seguir existiendo.

Pero nada ha resultado, poco a poco me ha ido venciendo y los estragos de está enfermedad se ven en el color de mi piel.
Ya no me queda mucha fuerza y no creo poder seguir resistiendo si este virus no se detiene y me permite recobrarme.

Es increíble que por largas temporadas he podido resistir infinidad de amenazas y siempre he salido adelante, pero en ésta ocasión me temo que no seré capaz de vencer ésta terrible plaga.
Si todavía no me conoces, me gustaría decirte mi nombre y el de este virus que se apoderó de mi ser, me llamo Planeta Tierra y el nombre de mi enfermedad es Humanidad.

Luis Bernardo Garcia Casas.



martes, 5 de mayo de 2020

Aprendiendo a fluir: MI DEFECTO

0Aprendiendo a fluir: MI DEFECTO: Mi gran defecto es mi carácter :  mi incapacidad para controlar mis emociones, mis impulsos .   L a  falta de un filtro que  disminuya  l...

MI DEFECTO



Mi gran defecto es mi carácter: mi incapacidad para controlar mis emociones, mis impulsos. La falta de un filtro que disminuya la velocidad de mis reacciones y me permita escoger las palabras.

Esa parte del cerebro humano que analiza las reacciones primitivas de supervivencia, las que evitan que un animal sea devorado por sus depredadores, la que nos hace brincar para evitar ser arrollados por un tren, o esquivar un golpe.

Mi defecto es físico y psicológicoEl costo social es muy altoEl daño internó se manifiesta en inseguridades, miedos y temores que se van incrementando con cada pérdida, con cada relación frustrada, con cada decepción causada.

Me he acostumbrado a perder: las llaves del coche, la cartera, la libreta, los lentesTodo, absolutamente todo. Me he costumbrado a perder el tiempo buscando una pluma que traigo en la mano, a regresar a la oficina para corroborar si cerré la puerta o apagué las lucesA perder amistades, trabajos y confianzas. A perder la atención en las clases, en las pláticas, aún las más interesantes, tan solo porque voló una mosca o por el sonido de un avión que se apoderó de mi imaginación, transportando mi mente a dimensiones desconocidas apagando el tiempo y el espacio terrenal. La autoestima y la seguridad en mismo, también se ha perdido. Se que tarde o temprano se repetirá la misma escena y tendré que pedir disculpas por lo dicho sin pensar, por la cita perdida o la promesa incumplida

Mi defecto es físico, es mental y muy difícil de explicar, mucho más difícil de entender y asimilar, siendo el más inteligente el más capaz y ante los ojos de los demás el que nunca va a progresar.

Mi defecto es una cualidad porque me ha obligado a improvisar, a solucionar y a remendar las  constantes he interminables consecuencias de mis distracciones o mis expresiones, haciéndome un experto en soluciones mágicas a problemas grandes o pequeños y no por inteligencia si no por experiencia y por repetición.

Los errores cuestan y algunos son muy carosTodos se pagan de diferentes maneras: algunos se pagan con dinero mientras que otros se pagan con tiempoLos baratos son aquellos que se pueden pagar con dinero o reponiendo lo perdido u olvidado. Los que son caros y difíciles son aquellos que pagamos con lágrimas, olvidó y soledad.

Echando a perder se aprende y la práctica hace al maestro. El obstáculo se convierte en el camino y la experiencia ejercita la inteligenciaYo he echado a perder casi todo lo que he tocadoCometiendo errores variados he practicado infinitas opciones y soluciones. Todos los obstáculos que he encontrado los he convertido en caminos nuevos. A base de experiencias he tenido que ejercitar la inteligencia.

Los errores solo son errores si no aprendemos algo nuevo; si no buscamos la manera de superar las consecuencias inevitables de los mismos; si no asumimos la responsabilidad y aceptamos honestamente la autoría sin recurrir a las escusas y los pretextos que no tienen fin. El típico yo no fui, fue Teté”.

Mi defecto es tan grande que no me permite escudarme en las escusas ni en los pretextos. No hay manera de disculpar las culpas, de esconder las huellas. Estoy consciente de él de lo que es y cómo se llama.
Para algunos es un mito. No existe. Para otros es un pretexto que utilizo para seguir actuando de la misma manera. Para los que han sufrido en carne propia las consecuencias de mi defecto es una razón para guardar resentimiento y rencor Para la ciencia y la medicina mi defecto se llama Trastorno de Déficit de Atención Hiperactiva”.
Si pudiera escoger de nuevo una vida normal sin las consecuencias dolorosas de ser diferente, sin los errores cometidos sin las cosas perdidas. Si me dieran la oportunidad de concentrarme en una sola cosa a la vez, sin perseguir a la mosca qué voló o al avión que viajó y se llevó mi mente a esos lugares que imagino. Si pudiera no perder la pluma, las llaves o la cartera u olvidar lo aprendido sin tener que reponer lo perdido ,estoy seguro que escogería sin pensar el ser  el más distraído.

No me puedo imaginar una vida sin retos, sin emociones, sin imaginaciónsin errores, o sin defectos.Prefiero ser el que llegó tarde, el que se perdió en el mercado, el que reprobó, el que falló y aprendió a fallar sin renunciar, volviéndolo a intentar.

Gracias a mí defecto he aprendido, he vivido aventuras y he conquistado al enemigo más grande, al que nos limita y nos encajona en la monotonía de una vida segura, a ese enemigo que traemos dentro y al que llamamos miedo.

Luis B. Garcí
a Casas